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MARTHA EHRENFELD

Está sentada erguida en su sillón con las manos apoyadas sobre el bastón. Le da mucha importancia a su apariencia bien cuidada. Esta postura le permite soportar los terribles recuerdos de su pasado. El sentido del humor también ayuda. El suyo aparece cada tanto. Es un humor seco y con un guiño en los ojos. Sí, quiere contar sobre su vida, pero hay algunas cosas de las cuales no puede y no quiere hablar.

AR, Argentinien, Buenos Aires, Hogar Adolpho Hirsch © (c) Tim Hoppe / Agentur GARP, Friedensallee 14-16, 22765 Hamburg, Fon: +49 (0)40 391707, E-Mail: mail@timhoppe.de

Nace el 19 de Septiembre de 1914 en Berlin con el nombre de Martha Kohane. La madre es checa de Moravia Ostrava y el padre es polaco. Es oriundo de Cracovia, „de donde viene el Papa“, ríe „pero no creo que los dos hayan tenido contacto“.

Se acuerda de cuando paseaba en trineo con su hermana y su hermano en el Parque de Schöneberg. „Eso era siempre muy lindo“. Su hermana hoy vive en Sydney y su hermano en la ciudad de Buenos Aires, pleno centro, a la vuelta del Hospital Alemán, donde también vivió ella hasta 2004. En pleno centro, a la vuelta del hospital Alemán. Hoy su hermano menor tiene 85 años.

Sus padres mueren en la forma mas terrible

A los 22 años Martha conoce a Alexander Ehrenfeld en una finca judía. Él era un así llamado argentino naturalizado. „Nos enamoramos y nos casamos y debido a eso pude emigrar con el“. Eso fue dos años mas tarde, en 1938. Se van juntos a París y permanecen allí un par de semanas. Desde Cherbourg se embarcan en el Cap Arcona con destino a Buenos Aires. Lamentablemente no pudo llevar a ninguno de su familia. Sus padres mueren de la manera más terrible. Mas no puede y no quiere decir. Lo siente como una carga demasiado grande.

Pero lo que importa es solamente, el que él haya podido salir de Alemania

Cuenta que a su pequeño hermano menor se lo llevaron y pudo salvarse. Eso era bueno. „El pudo volver a Berlin y entonces pude ayudarle mucho“. Amigos de la asociación Filantrópica le mandaron una llamada y la hermana mayor le envía dinero para el viaje. Cuando fue exactamente, no lo recuerda. Calcula, alrededor del año 1942. Pero lo que importa, en su opinión, es que él haya podido salir de Alemania.

„A mi padre no lo he visto mas desde entonces“

De las cosas que le han sucedido a ella antes de emigrar de Alemania, de eso no quiere hablar. „Era terrible“ dice y cuenta que un día la Gestapo toca el timbre de su casa a las 4 de la mañana. El padre abre la puerta y „allí está un policía que le dice: „Señor Kohane, Ud. y su hijo vienen ahora conmigo a la policía“. Bueno, ellos tenían que ir con él. No había modo de esconderse. Ella se imagina qué hubiera pasado, si el hermano y el padre hubieran salido 10 minutos antes de la casa, „ a lo mejor hubieran podido salvarse“. Se los llevan a la estación del tren. “A mi padre no lo he visto desde entonces“. Se acuerda exactamente, fue el 29 de Octubre de 1938, el día del cumpleaños de su hermana. Martha Ehrenfeld se da vuelta y muestra las fotos que están colgadas en la pared. „Aquí tengo una foto de mi padre. Y de mi madre. Aquí se la ve muy bien. Unos días más tarde, según la hija nonagenaria, la madre tuvo que hacerse una foto para el pasaporte. „En esa foto se la ve muy sufrida, demasiado sufrida. Esa foto no está colgada en la pared, porque no quería ver a la madre así. Su padre, sigue contando, nunca quiso saber nada de emigración. El creía que los nazis no estarían en el poder por mucho tiempo y que en un año ya nadie hablaría mas de los nazis. „Si, pero luego hubo que hablar mucho de ellos“.

Ella también vivió los pogromos de Noviembre de 1938. „Esos no me los perdí“, dice con ese humor seco de ella tan especial, pero también de esas vivencias prefiere no hablar.

Finalmente vale la pena vivir nuevamente

Más importante para ella es que la vida después continúa en Buenos Aires. Aquí comenzó enseguida a trabajar como costurera. Para un dobladillo ella cobraba entonces un peso. Lydia Kindermann, una artista, fue su primera clienta. Tenía que acortar uno de sus vestidos „ No tenía ni un modelo ni un maniquí, pero mi marido tenia la altura de ella y le digo,“tienes que ponerte eso, te guste o no te guste.“. Ríe. Entonces le puse un relleno en el pecho. Y funcionó“. Finalmente vale la pena volver a vivir. Tiene un hijo, Argentina les gusta mucho. Nunca se sintió como una extraña. A lo mejor le ayudó que su marido hacía mucho que era Argentino naturalizado. Desde el principio se hizo socia de la Asociación Filantrópica Israelita. Todos los fines de semana se encontraba con otros socios en el campo de los judíos. „Si, era muy lindo. Cómo nos picaban los mosquitos“. Toda su vida le fue fiel a la AFI. Y así, por supuesto, se vino aquí después de haber quedado un tiempo viuda. Eso ocurrió cuando la señora que estaba con ella se tuvo que ir para cuidar a su marido enfermo. Pero ya había estado en San Miguel otras veces de vacaciones o en la rehabilitación cuando la habían operado de la cadera.

Y Alemania? Sí, estuvo. Dos veces en Berlin. Un sobrino de ella vive allí. Le gustó, pero también le gustó volver a la Argentina. Patria? „En ese sentido no le puedo ofrecer
mucho„ dice. „No, patria? pregunta y mira muy seriamente, „esto aquí es mi patria. Aquí estoy en casa, aquí en este cuarto“ Vuelve a mirar las fotos en la pared, muy concentrada y dice “Mi marido hace mucho que ya no vive. Era mucho mayor que yo. A mí siempre me gustaron los hombres mayores. Él me llevaba 18 años“ y entonces empieza a cantar „Die besseren älteren Herren hat jedes Mädchen gern, die besseren älteren Herrn sind richtig„ (“A todas las chicas les gustan los caballeros mayores, los caballeros mayores son los verdaderos“) Conoce esta canción?“