Sufrió terriblemente y aún hoy sufre
Su nombre es Leni Ruth Plivinski, su nombre de casada es Deutsch. Nació en Neustrelitz en la provincia de Mecklenburg el 22 de Septiembre de 1924. A los 14 años tuvo que dejar Neustrelitz- contra su voluntad. En ese momento sufrió terriblemente, relata, y aún hoy sufre.
Pero de eso hoy no se nota mucho cuando uno la ve tomar sol en la pileta de San Miguel o cuando está sentada bien arreglada y elegante en su bella habitación amueblada con amor o cuando se ocupa de vender los dulces y los guantes de cocina caseros hechos en el Hogar.
Ruth Deutsch vive en el edificio 6, también llamado Sheraton por los residentes. Aquí viven aquellos que están en buena condición física. Hace unos cuantos años esta señora de apariencia joven vino a San Miguel para acompañar a su marido, que hace mucho ya falleció. Ruth Deutsch está bronceada, siempre maquillada y tiene los ojos brillantes. Pero si bien se siente contenta en el Hogar Adolfo Hirsch y goza de su vida, Ruth Deutsch sufre aún hoy, a los 67 años de la huída de los Nazis.
Hasta hoy está encariñada con Neustrelitz, esa pequeña ciudad Alemana y no puede explicar exactamente porqué. „Mis padres no lo entendieron nunca. En 1938 me dijeron „Tu tienes ahora 14 años, todas tus amigas tienen un novio y a tí no te lo permiten. No entiendes, ¡no te quieren!“. Pensando en aquellos tiempos la hoy octogenaria no puede esconder su tristeza. Con lágrimas en los ojos se queja, no hice otra cosa que sufrir, yo sufría, Hasta el día de hoy“.
Su madre era una mujer valiente
El 13 de Abril de 1939 la Familia Plivinski logra emigrar a la Argentina. Una dolorosa pausa en la vida de la bonita temerosa y emocional joven Ruth. Hasta el final, así cree, podría surgir algo, está la amenaza de que pudieran arrestar al padre porque no había pasado ni un año, del 9 de Noviembre de 1938, en la así llamada noche de los cristales, la Gestapo detuvo al joven judío polaco sin documentos de nacionalidad. Pero su madre era una mujer muy valiente. Al día siguiente viajó a Berlin para ver al cónsul. Y a este le dijo,“si Ud. nos confirma que nos deja emigrar, a mi marido lo dejarán libre! Si nos da una visa, nos vamos mañana, no queremos otra cosa que esto!“. Para obtener los documentos necesarios la madre y la hija viajan a Schwerin (la capital de la provincia). Ruth Deutsch se acuerda exactamente de ese viaje. Se nota que dentro de su mente le vuelven a aparecer todas esas imágenes: „el hombre encargado de nuestros documentos era un verdadero nazi. Era gordo y tenía una cabeza enrojecida. Bueno, nunca en la vida había visto algo tan feo. ¡Horrible! ¡Rojo fuego y un cuello obeso! Y este hombre le dice a mi mamá, que se había convertido al judaísmo, „y a Ud. que le importa ese judío. Ud. como mujer alemana, debería avergonzarse de vivir con un judío“ Y mi madre le dice: „¿Qué me está diciendo? Estoy casada hace 18 años con esté judío - felizmente casada“. Y ahí el hombre se puso más colorado y le gritó, „Salga de aquí, desaparezca de mi vista y llévese a esta inválida. Con eso hablaba de mí. Ni hoy soy una inválida, y en aquel momento era menos inválida aun“ Esa fue su peor experiencia.
„Hasta tuve que vomitar, porque me sentía tan desgraciada“
La madre de Ruth nunca pudo entender, que su hija al contrario de ella se sintiera tan atada a Alemania. A diferencia de la pequeña Ruth, ella se subió bailando al barco en Hamburg. „Y yo me arrastré, como si tuviera que ir a mi ejecución“. Incomprensible, ¡sí! y hasta tuve que vomitar, porque se sentía tan desgraciada“. El recuerdo la emociona y la agita. Siempre vuelve a llorar, tiene que hacer una pausa mientras relata. „No es que yo quiera volver a vivir en Neustrelitz, ¡ya por el frío en invierno! Pero viajamos a menudo a Europa, mi marido y yo. Viajamos todos los años. Y cuando me preguntaban aquí donde voy, yo decía „A casa“. Y vuelve a llorar. „¡Que tontería!“.