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ERWIN FENNER

Los nazis convirtieron a Erwin Fenner en un mentiroso. „Nunca mentí tanto como en esa época.“ Erwin Fenner tenía que mentir. Repetidamente. Primero para salvar su vida y después para salvar la vida de su madre.

© Tim Hoppe

© Tim Hoppe

Mucho antes de la toma de poder por los nacionalsocialistas, en enero del 1933, se da cuenta de los cambios en la sociedad. Recuerda que su mejor amigo un día le dice: „Erwin, ya no puedo más hablar contigo, eres judío“. Eso fue el fin de una amistad. Hasta ese momento estos muchachos de Düsseldorf hacían todo juntos, jugaban, hacían deporte e iban juntos al colegio. Poco tiempo después ve a su amigo marchando en la calle con uniforme marrón. Entonces comprendió todo.

La vida de los jóvenes se había vuelto peligrosa

„En aquella época yo era miembro del Hashomer Hazair, una federación juvenil judío-socialista pro Palestina. Allí todos éramos de izquierda.“ Junto con jóvenes cristianos, esta federación trataba de convencer a la gente de sus ideas con charlas y folletos. „No a favor del comunismo sino en contra del fascismo, porque todos estábamos fascinados con la revolución rusa.“ De aprendiz conoció a una linda joven cristiana. Entretanto los nazis habían tomado el poder y la vida de los jóvenes se había vuelto peligrosa, pero él quiere convencer a esta joven también. Le da folletos para que los lea. Poco después la detienen. Más tarde la Gestapo también va al negocio en el que él trabaja y se lo llevan. „Pero no encontraron nada en mi entorno“. Le reprochan que le haya dado a la joven panfletos antifascistas. Pero Erwin niega todo. „Bueno, me acosaron bastante, me pegaron, pero yo mentí, mentí, mentí y volví a mentir“. El tribunal popular de Hamm condena a Erwin Fenner a un año y nueve meses de cárcel por preparar el delito de alta traición, sin tener pruebas concretas. En ese momento recién había cumplido 21 años.

Tiene que presentarse a la policía tres veces al día

„Siempre estaba en la duda de lo que harían conmigo, cumplido el plazo. Yo pensaba: me mandan a un campo de concentración. Pero cuando salí, había un auto en la puerta y mi padre estaba sentado dentro. Me vino a buscar con una botella de vermut.“ Erwin Fenner está sentado erguido en una silla en su habitación en el así llamado Sheraton, el edificio más paquete del Hogar Adolfo Hirsch y se ríe cuando se acuerda. Fue una gran alegría volver a ver a sus padres después de tanto tiempo. Pero no se sentía libre, dice. A Erwin Fenner ya no le permiten trabajar. También su padre perdió el trabajo y su madre estaba muy enferma. Y tiene que ponerse en contacto con la policía tres veces por día. „Ellos siempre querían saber dónde estoy porque no tenían pruebas en contra de mi“. En un segundo interrogatorio por la Gestapo un par de semanas más tarde vuelve a mentir. Pero debe tener mucho cuidado para no cometer errores, porque sus declaraciones en el primer interrogatorio habían sido protocolizadas. Pero Erwin Fenner se acordaba de todo lo que había dicho y decía siempre lo mismo. Después del fin de semana debía volver a ponerse en contacto con la Gestapo para un careo. „Pero ese lunes yo ya no estaba. Ya me había escapado a Holanda“. Eso fue en 1936.

No podía demostrar mi existencia

Según Erwin Fenner, la huída a Amsterdam fue una aventura siempre con el miedo a la policía de la frontera. En cuanto llegó en seguida se puso en contacto con el comité de refugiados judíos. Pero ellos no le creen su historia. „No podía demostrar mi existencia“. Una llamada telefónica a Düsseldorf puso todo en claro. A Erwin Fenner le asignan una pensión y el derecho de permanecer un mes.

Siempre fue muy buen deportista, dice este hombre de 92 años y su pasado deportista aún se le nota. Sigue moviéndose mucho y en el verano se lo ve muy a menudo en la pileta. Nada sus largos y con eso se siente bien. Para su vida el deporte significa mucho más que solo placer, concurso y salud. Sin el deporte posiblemente no le hubiera sido posible emigrar a la Argentina.
Recuerda: „Fui directamente al departamento de boxeo del club de deportes judío. El entrenador vio enseguida qué liviano era. Un típico peso mosca. Pesaba solo 50 kilos. Bueno, dijo, este nos sirve. Inmediatamente en los primeros meses tuve una pelea y esa la gané por K.O.“ Y entonces dijeron: „Este se queda con nosotros“. De allí en adelante gana una pelea tras otra. También pelea por Holanda. Esa pelea la pierde, pero desde ese momento es conocido. „Bueno, entonces vino el presidente del club judío a verme y me dice „Señor Fenner, usted se peleó muy bien para nosotros, a lo mejor podemos hacer algo por usted.„ Y efectivamente consigue un permiso de estadía, pero un año más tarde tampoco Holanda le ofrece seguridad y viaja con sus documentos holandeses a París. „Allí en Francia me fui directamente con el barco a la Argentina. Eso fue a principios de 1938“.

„Nunca mentí tanto, solamente para salvar a gente, pero uno no siempre puede decir la verdad“

El primer período, sólo en un país lejano, le cuestan mucho. Pero tuvo la suerte, recuerda, que pudo conseguir que sus padres se reúnan con él. Otra vez tuvo que mentir para poder mandarles una llamada. „Nunca mentí tanto, solamente para salvar a gente, pero uno no siempre puede decir la verdad“. Porque su madre era una persona muy enferma y las autoridades no hubieran expedido una llamada para una mujer enferma. La guerra ya duraba dos años.
Cuando sus padres finalmente pudieron abordar el vapor después de muchas dificultades, y al cabo de unas semanas llegaron a la Argentina, los funcionarios no querían permitir que su madre bajara del barco. „Nadie podía hacer nada“. Erwin Fenner todavía hoy se enoja, cuando se acuerda. Pero gracias a contactos adecuados, la familia Fenner recibe ayuda.: „En esa época de vez en cuando yo trabajaba para un diario judío y mi jefe me dio la dirección del diario Crítica, otro diario antifascista. ‚Cuénteles lo que pasa. La directora de Crítica seguro que puede hacer algo.’ Fui con ella a Migraciones y ella preguntó: porqué la señora Fenner no puede bajar del barco?“. El director le dice, ‚bueno esa mujer es muy enferma, etcétera. etcétera.‘“ Y ella le dice: „Si la señora Fenner no baja del barco hasta mañana a las 10 de la mañana, toda Argentina se va a enterar del caso“. Y así mi madre pudo bajar del barco.

„Quédese aquí, que aquí es tan lindo“

Erwin Fenner se había un brazo en un accidente. Le dijeron que en el Hogar Adolfo Hirsch había una buena kinesióloga. Y así fue allí por un mes para una rehabilitación. Entonces tenía 90 años. Cuando volvió a su departamento, volvió a estar solo, porque su mujer había fallecido hacía un buen tiempo. Así que volvió a San Miguel, para ver si podía quedarse permanentemente. Después de un tiempo le dijeron, „Quédese, es tan lindo aquí“. Y así encargó que le mandaran sus cosas. Y desde entonces vive en San Miguel y está muy contento.

Erwin Fenner falleció en Agosto del 2005 a la edad de 93 años.