Toggle Menu

BÄRBEL OPPENHEIMER

Que en la noche del 10 de Noviembre de 1938 los nazis en Nürnberg incendiaron sinagogas y que las vidrieras de los negocios judíos fueron apedreadas, Bärbel Oppenheimer percibe hoy que fue una suerte para ella personalmente. Si no hubiera sido así, su familia nunca hubiera abandonado su amado país. ¿Vivir en otro país? Para la familia Burger hasta ese momento había sido impensado.

© Tim Hoppe

© Tim Hoppe

A los judíos no les está permitido ir al balneario público, ni ir al cine y tampoco al concierto

El padre era el dueño de un negocio de vinos al por mayor y de una fabricación de licores, condecorado con la cruz de hierro en la lucha por la patria. La madre, nacida en Nürnberg ayudaba en un hospital militar. «Siempre teníamos una disposición en favor de Alemania», recuerda la hija con sus 83 años. Sin embargo para los padres estaba claro desde muy temprano que ella y su hermana debían irse de Alemania. «Para la juventud aquí no hay futuro», eso se decía en esos tiempos. A los judíos no les está permitido ir al balneario público, ni ir al cine y tampoco al concierto. Para Bärbel que de joven siempre mostraba interés por la cultura eso era horrible. Después de 1933 va a un colegio judío, porque ya no le está permitido ir al liceo. Aprende todo lo que necesita para la emigración, idiomas y cosas prácticas, como escribir a máquina y taquigrafía. En realidad ella quiere ser enfermera para recién nacidos.

«¡Fuera, tienen que irse. Hagan sus maletas y lárguense!»

Las jóvenes con las que va al colegio vienen de todas partes del país. Cuando están en un viaje en grupo en Munich, deciden quebrantar la ley e ir a un concierto. Se arreglan y esperan no llamar la atención. Van en pequeños grupos y escuchan la novena sinfonía de Beethoven. «Todas lloramos».
Pese a las circunstancias tratan de gozar de la vida y juntas se divierten. Pero luego ocurre la noche de los cristales y todo termina. De repente la consigna es «¡Fuera, tienen que irse. Hagan sus maletas y lárguense!»

En esa misma noche la joven de 16 años va a la estación del tren. Quiere ir a su casa, pero cuando llega allí ya no hay nadie. Sus padres fueron advertidos por un conocido, huyeron a la estación del tren para salir de la ciudad, pero son enfrentados por la Gestapo. El padre tiene que quedarse cinco semanas en el campo de concentración de Dachau. Un choque para la familia. Mientras esperan su regreso día y noche, tienen que salir de su departamento. Es un corte duro en la vida de Bärbel Burger, porque ella siempre vivió allí, allí nació el 17 de Febrero de 1922.
Hoy la casa ya no existe. Las bombas de los aliados la destruyeron. Eso lo sabe, porque estuvo allí, mucho tiempo después de la guerra.
Entonces podían quedarse en la casa del abuelo. Viven cuatro personas en dos habitaciones esperando una posibilidad de emigrar. Al principio ni el tío en los EEUU ni el tío en la Argentina podían ayudar. «En los Estados Unidos hacía falta un número de cuota que no teníamos y en la Argentina en esa época no querían mas judíos.»

«Sabíamos que no podíamos esperar más»

Bärbel Oppenheimer relata y relata. Los recuerdos le salen sin parar y sin embargo no se le nota ninguna agitación. Ni su mímica ni el tono de su relato dejan traslucir lo que sintió en aquel momento. Pero la familia sabía que había mucha urgencia , «sabíamos que no podíamos esperar más». Por lo menos las dos hijas pueden salvarse. En julio de 1939 emigran con un transporte para niños a Inglaterra. Pero nadie puede garantizarles, si van a volver a ver a sus padres en el futuro. «Naturalmente fue una despedida», así lo cuenta Bärbel Oppenheimer hoy, «»pero no lo dramatizamos». Las hermanas viven juntas con una buena familia en Escocia, mas tarde la hermana mayor consigue un número de cuota de un familiar y se va a los Estados Unidos. Bärbel se queda sola. Pero solo para poco tiempo, porque sus padres pueden llegar a Londres y obtienen una visa para Chile. La guerra ya había estallado, y en el mismo año la familia deja Inglaterra.

Los buques están pintados de negro y viajan sin luz

Con 17 otros buques van en convoy. Los buques están pintados de negro y viajan sin luz. Un submarino alemán sin embargo los ataca, por suerte sin éxito. Los fugitivos se enteran del ataque cuando ya están a salvo. Llegan a Chile y un par de semanas mas tarde cruzan el límite verde con un chófer de taxi y un matrimonio en luna de miel. Llegan a Mendoza, una ciudad en Argentina. De allí van en el tren a Buenos Aires. El tío lo había organizado y pagado todo. Cuando la hermana al fin de la guerra viene a Buenos Aires la familia está reunida. Final feliz, todo ha ido bien.

«Yo diría que soy alemana»

Pero el comienzo no es fácil. Al principio la joven inmigrante trabaja como niñera para aprender el español. Luego trabaja en la oficina. «Todos trataban de ganarse un par de pesos pero como todos tenían un destino común, en cierta manera también era divertido.» La vida en el país lejano le empieza a gustar a la joven. Se casa y tiene hijos. Hoy es abuela de seis nietos.. Pero Bärbel Oppenheimer nunca se hizo argentina , ni en los documentos ni en el corazón. Sus amigas y sus amigos son alemanes judíos, Ella prefiere leer en alemán y desde hace casi 20 años trabaja para la AFI, la asociación filantrópica israelita como ayudante voluntaria en el Hogar Adolfo Hirsch,. «Yo diría que soy alemana» y hace una larga pausa, «especialmente ahora, que en Alemania todo es diferente». ¿Pero vivir en Alemania? Hoy para ella es impensable. En la noche del 10 de Noviembre de 1938 Alemania le dió la espalda. Ahora su país es la Argentina.