Dos años después de la muerte de su primera esposa, con 83 años Gordon Krauß se casó por segunda vez en el Hogar Adolfo Hirsch. Para él es una gran suerte haber llegado a conocer y amar en este lugar a Elfi Steinitz.
El tema de la suerte ocupa muchos de sus pensamientos. Porque también el hecho de que él viva y no haya sido matado por los nazis, como sus padres y otros seis millones de judíos, para él sucedió solamente gracias a la suerte. Eso lo recalca una y otra vez. Sobrevivió la guerra y la época de los nazis porque siempre pudo huir en el momento preciso.
Hay que tener suerte
Su habilidad y la casualidad se complementaron bien, „y siempre hay algo de suerte en ello“, dice repetidamente. „Cuando la gente dice, todo es casualidad, eso es „a Schmäh“ („boleto“ – mentira)! ¿Sabe lo que es a Schmäh? Eso es austríaco. Significa: es una mentira. Se enoja con la gente que no quiere comprender cuánto depende de la suerte. „Hay casualidades“, acuerda, „pero hay que tener suerte. La suerte juega un gran papel“. Eso lo comprendió recién a edad avanzada, dice. „Cuando uno es joven, uno no entiende eso“.
En marzo la vida se vuelve en contra de él
De joven, Gordon Leslie Krauß vive con sus padres y no tiene idea en qué manera la vida depende de circunstancias felices. Cuando los vieneses les dan una bienvenida frenética a los nazis en marzo del 1938, la vida se vuelve en contra de él por primera vez. Él recuerda muy bien ese día. Hasta ese momento nunca tuvo dificultades por ser judío, dice. „Pero a partir de entonces, ¡sí! El antisemitismo apareció en forma pronunciada y nosotros lo sentimos.“ Los austríacos son un pueblo falso, interviene Elfi Steinitz. „Yo también lo veo así“, dice él, „porque lamentablemente es así“.
„A una persona indefensa se le puede atribuir de todo“
A los pocos días de la anexión de Austria al Tercer Reich Gordon es detenido por la SA. „Tenía 18 años y me secuestraron. No podía hacer nada para evitarlo.“ Es acusado de actuar políticamente en contra de los nazis. Él mismo se define como alguien con poco interés por la política, „pero a una persona indefensa, se le puede atribuir de todo“. Lo llevan a la cárcel policial Rossauer Lände en el noveno barrio de Viena. No fue golpeado, dice „pero fuimos deprimido con ordenanzas y no nos dieron casi nada para comer“. Luego puede huir y así salva su vida. Por el momento. Ni Gordon mismo, que se esconde en Hungría, ni su hermana mayor que había nacido en Inglaterra y consigue un pasaporte inglés con el que puede emigrar, pueden ayudar a los padres. „Mi familia desapareció. Fue aniquilada, como se dice. Mis padres no sobrevivieron el nacionalsocialismo.“
Gordon sobrevive. Se esconde durante muchos años.
Quiere irse de Europa lo más lejos posible
Un buen día consigue un permiso de residencia y una autorización de trabajo. En esa época conoce a su mujer húngara-judía y se casa en 1940. Cuando también en Hungría la vida de los judíos vuelve a ponerse en peligro, nuevamente tiene que esconderse, pero ya no está solo. Junto a su mujer sobrevive la época de los nazis y vuelve a Austria en 1945. Viven seis años en el país que pocos años atrás les había revocado la ciudadanía y los habían perseguido a él y a su familia. Luego de seis años ya no aguanta más. Lo único que quiere es irse. Irse a un país que no persiga a sus ciudadanos, „ni por razones de raza, de política o lo que fuera“. Quiere irse de Europa lo más lejos posible. „Por eso tuve la idea de irme a la Argentina“.
Vuelve a tener suerte y consigue un permiso de entrada, lo que por esa época era difícil, según se acuerda. El 4 de septiembre de 1951 a las 15.30 llega a su meta. Muchos años después se verá que tampoco la Argentina está lo suficientemente lejos. Bajo la dictadura militar el país persigue a sus hijos. „Yo no sufrí bajo la dictadura, pero eso fue casualidad. Pero tuve hijos que estuvieron en peligro“. Eso fue muy terrible, dice, y opina que esas persecuciones fueron igualmente penosas y duras para los perseguidos como aquellas en Europa en su juventud. Sus dos hijos sobrevivieron la dictadura. „Con 99 por ciento fue siempre suerte“.
Si no hubiera encontrado a Elfi Steinitz probablemente se hubiera sentido muy solo
Pero el año pasado uno de sus hijos falleció antes que él. Una penosa carga para el padre. El otro hijo vive en Brasil. Si no hubiera encontrado a Elfi Steinitz, probablemente se hubiera sentido muy solo. Luego dice: „uno vive cosas malas y allí se ve que importante es en la vida, estar junto a alguien que uno puede querer, con quien hablar, con el que uno puede compartir su tiempo y su vida.“ Cuando dice eso se lo ve radiante y mira a su mujer. Gordon Leslie Krausz es muy feliz.