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BETTY DRESEL

A veces cuando la gente aquí en la Argentina pregunta en forma hostil porqué siempre hablamos en alemán, siempre digo: „Que le voy a hacer, no es mi culpa, es mi lengua materna“.

© Tim Hoppe

© Tim Hoppe

„No sé por qué llegué a esta alta edad. He vivido tantas cosas y llorado tantas lágrimas en mi vida!“

Betty Dresel tiene 96 años y es una berlinesa auténtica. „No sé porque llegué a esta edad. He vivido tantas experiencias y he llorado tanto en mi vida“. Sin embargo esta delicada y cuidada dama tiene una apariencia joven. Siempre maquillada, pero no demasiado y bien vestida, desde hace cuatro años que vive en San Miguel y cuando habla del Hogar Adolfo Hirsch dice: Aquí no he perdido una lágrima.

La berlinesa ya no quiere tener nada que ver con Berlin, pero ella y sus tres hermanos nacieron todos allí. El padre murió temprano, cuando ella tenía 20 años. Tenían pocos recursos, así que aprendió de modista. „Me ponía tan mal. Hasta hoy en día no me gusta coser“ Pero la costura sería muy importante para ella en el futuro.

Sin excepción todos fueron víctimas de la Shoa

Gracias a su marido pudo emigrar en 1939 al Uruguay. „Para decir la verdad, en ese momento yo no comprendía nada. Sin mi marido no hubiera tenido la fuerza para emigrar“. Se habían casado un año antes.
Para el resto de la familia fue demasiado tarde como para hacer algo. Sin excepción todos fueron víctimas de la Shoa. Ella no es una persona amargada, pero „hoy no puedo decir que les tenga amor a los alemanes“.

Buenos – Aires la ciudad de la esperanza

Cuando ya no había posibilidad de escapar de Alemania Nazi, Betty Dresel y su marido ya habían llegado a Montevideo. Y mientras muchas mujeres inmigrantes tenían que aceptar trabajos de mucama, ella cose. „Para cada dobladillo me pagaban tres dólares. Eso era mucha plata entonces“. La vida en Montevideo fue un duro cambio para la joven. Tenía que renunciar a las comodidades a las que estaba acostumbrada en Alemania. Todo era muy primitivo, recuerda. Pero con mucho empeño y tenacidad se pudieron arreglar. Las cosas mejoran en 1944, cuando pueden mudarse a Buenos Aires. Buenos Aires – la ciudad de la esperanza.

„Ninguno de nosotros es feliz, pero podemos estar contentos“

Aunque nunca se le ocurre volver a Berlin, Alemania va a ser importante para ella. Su marido vuelve a Alemania. Se separan. También su hija viaja al país de sus padres para vivir y trabajar allí. Betty Dresel no entiende a su hija, sin embargo va a visitarla a menudo en su vieja patria que ya ha dejado de ser su patria hace mucho. „La palabra patria, ¡Oh Dios, no! Alemania no es mi patria.“ Ella se siente en su casa en la Argentina.

Sentada en su pequeña habitación blanca instalada sin muchos adornos hace una pausa, piensa, se acuerda: “Hace poco vi a una mujer que lloraba. Me acerqué a ella y le pregunté „Por qué llora?“. Y ella me dice que no es feliz. Y entonces yo le digo: „ninguno de nosotros es feliz, solamente podemos estar contentas.“ Aquí en el hogar Adolfo Hirsch cada uno de los que estamos ha sufrido tanto, no es posible ser una persona feliz. „¡Pero tenemos que estar contentos por cada día que podemos vivir aquí y en el que brilla el sol. Yo también estoy contenta con mi pequeño cuarto. ¿Me falta algo? No, nada. Fumo mis cigarrillos, mi hija ha vuelto a traerme cigarrillos alemanes. Miro por la ventana y estoy contenta“.